21 de noviembre de 2013

El Cambalache del Fútbol

La última fecha del fútbol argentino nos deparó una nueva sorpresa. Los jugadores del Club Colón de Santa Fé decidieron no salir a jugar su partido ante Rafaela por la holgada deuda que la institución mantenía con ellos, y el partido se debió suspender.
El Club modelo, aquel que los medios destacaron durante mucho tiempo como un ejemplo de buena administración, de equilibrio, de capacidad dirigencial, no disputó su partido porque le debe a su plantel de fútbol siete meses de sueldo… si, más de medio año. Hace días no mas, le descontaron seis puntos por no pagarle al Atlante de México u$s600.000 por el pase de Juan Carlos Falcon… ¿Esto es la caída de un gigante, una coyuntura mala de un club equilibrado? ¿o será que nunca existió ese Club del que nos hablaron? ¿no será que alguna buena campaña sumado a los dineros de alguna venta le bastan a los periodistas, y parte del público en general, para hablar de orden y buena administración? Colon es un club que, en comparación con otros, no demuestra, per se, tener un nivel de ingresos significativamente mayor o menor al del resto de los clubes. Sin embargo, los últimos años se caracterizó por ser un equipo que siempre se armó para “pelear campeonatos”, contratando figuras de renombre, grandes técnicos y hasta lo tuvo al nueve histórico de la selección como manager -Gabriel Batistuta, que dicho sea de paso, poco probable que haya estado gratis-. Eso era reconocido por muchos como “un club modelo”. Su presidente Lerche, hoy renunciante, se lo nombraba como sucesor de Grondona. Esto fue premiado por la AFA que hizo, en su estadio, la segunda bandeja para la Copa América. El ejemplo… Algún memorioso recordará que a fines de los 90 nosotros éramos el ejemplo de buena administración y club ordenado. Las buenas campañas de Griguol y las ventas de futbolistas que se producían en un fútbol argentino que recibía sumas exorbitantes por parte de los clubes europeos –en los orígenes de la televisación en masa y a nivel mundial de los partidos- también crearon esa ilusión de buena administración y club ordenado. De haber sido así otra hubiera sido nuestra historia.

Si les contamos el caso de un Club que incorporó 17 jugadores y que tiene problemas económicos ¿de quién piensan que hablamos? ¿les resulta familiar la historia? Parece nuestra historia, pero bien podrían ser varios los equipos. Es ni más ni menos que All Boys, club que en la semana previa a jugar con nosotros tuvo la huelga de su plantel por atrasos. No se sabía si Falcioni, su técnico, llegaba por los malos resultados al día del partido. All Boys, otro club que también hablaban muy bien. El milagro All Boys, un club que, decían, tenía un trabajo a largo plazo con Pepe Romero. El milagro All Boys… un club de barrio, chiquito que subió de la b metro a la primera división. Otro castillo de naipes que se está viniendo para abajo. Otro espejito de color que nos vendieron.

El 7 de enero de este año, en una nota publicada por el portal cancha llena –portal deportivo del diario La Nación-, salió una nota que dice que los pasivos de los Clubes se incrementaron desde el 2008 a esa fecha en un 50%... la cifra total llegaba a los 1655 millones de peso. Esto considerando que desde el 2009 el estado va aumentando el ingreso de los clubes, a través del futbol para todos, llegando al último año a la módica suma de 1200 millones de pesos aproximadamente. El Futbol para todos, que lo vendieron como la panacea de los problemas económicos de los clubes, se muestra impotente frente a la voracidad de dinero de las dirigencias. Nunca es suficiente plata, siempre hay que poner más y más y más. Los clubes siguen el camino del quebranto. Podríamos hablar de la fiesta del fútbol. El estado gasta más de 1200 millones de pesos por año para que una casta ociosa y parasitaria se llene los bolsillos sin que a nadie se le mueva un pelo. Ninguna burguesía cuenta con un respaldo social tan grande como los que lucran con el fútbol. Dirigentes, técnicos, jugadores, empresarios, representantes, intermediarios. Una minoría que engrosas sus billeteras a costa de los socios y los clubes. Ni en los agronegocios, ni en la megaminería, el enriquecimiento y la destrucción que generan tienen el aplauso y la legitimación que tienen los capitalistas que viven de lucrar en el negocio de la pasión.

Pero este campo fértil para los inmorales e inescrupulosos, no se acaba con esas pequeñas muestras. Todavía hay mucho baile en este rodeo. A principio de este mes, salía a la luz la incursión narco en la compraventa de los jugadores. Se tomó como ejemplo el caso Correa, el jugador de San Lorenzo, pero se investigan otros tantos jugadores. Los narcos, aventurando sus dineros en el mundo del fútbol. Un privilegio que estaba reservado para otros países, parece que ahora tenemos el honor por estas tierras.

Pero todavía hay más tela para cortar. Tanta tela hay que podríamos hacer una bandera tan ancha como el río de la plata. A mediados de septiembre, la AFIP sorprendía con sus investigaciones sobre las triangulaciones de futbolistas y la evasión al fisco por parte de los jugadores. Todavía hay protagonistas procesados por eso. De la noche a la mañana, los periodistas pasaron del silencio de la ignorancia a contar con lujo de detalles como operaba toda esa maquinaria, bien pulida, de esquivar al fisco y de hacer millonarios –más aún- a empresarios vividores del fútbol. Tengamos claro que esto no es ni más menos que el grifo de vaciamiento de los clubes.

Mientras los hinchas se empadronan en el AFA plus, los partidos se juegan sin público visitante y los clubes siguen pagando fortunas en operativos policiales, hay una escalada de violencia barrabrava, donde todas las semanas hay noticias de nuevos homicidios, ataques y heridos, en todas las categorías del fútbol.

Este catálogo de hechos descriptos, no es ni más ni menos que un fragmento de la realidad del fútbol argentino. Es el ambiente en el que se desarrolla nuestro Club. Capítulos de una novela de terror que haría temblar de miedo al mismísimo Stephen King. Todo en complicidad con el estado, en todos sus estamentos, con periodistas y con muchos socios e hinchas de todas los equipos afiliados a la AFA. Y esta realidad atraviesa al Club. Hace no mucho, tuvimos un muerto en las afueras del estadio. Algo que pareciera que nunca hubiera ocurrido ya que nadie lo recuerda. La institución sigue arrastrando problemas económicos, a pesar de vender muchos jugadores, de los ingresos por TV, del aumento exponencial del valor de la cuota social –al punto de ser el Club con la cuota más alta del país- y deambula por los campeonatos tratando de sumar algún puntito. Solo está gestión tiene más de un equipo incorporado por año, y empeora la estadística si no retrotraemos en el tiempo.

Y acá estamos nosotros, y nuestro Lobo, en los prolegómenos a un nuevo acto electoral. Con el oficialismo acusado, videos mediante, de mandar a las patotas de la municipalidad –su respaldo político- a entorpecer la campaña del funcionario de gobierno. Funcionario que, por más victimización que hagan públicamente desde ese sector, no van a dejar de ser victimarios. Una lista que lleva consigo parte de las comisiones directivas que condujeron al descalabro institucional, y que solo la impunidad que reina en Gimnasia parece permitir que sigan pululando y con ganas de llegar al primer piso de calle 4. Toda una renovación. A la par de esto, Daniel Papasodaro publica que él, Gaskin, Melazo y otros más de su lista se reunieron con Julio Humberto Grondona. Si, con el jefe. Con el padre de la criatura que hoy es el fútbol argentino. Papasodaro nos cuenta, que se juntaron con el hombre responsable máximo de todo lo que venimos enumerando en estas lineas. Se puede pensar que si lo cuenta es porque le hace sumar voto, o al menos creer que lo suma. Que de ser así, la historia sería aún más grave y el panorama aún más desolador. Ni los tangos más tristes parecen contar historias que inviten tanto a la desesperanza, como lo hace la historia del fútbol profesional.

“Esto es solo fútbol” dicen algunos. Clubes fundidos, narcos, evasión, política, muerte… Pareciera que hay muchas cosas más que solo fútbol. En el cambalache del deporte más popular de la argentina, Discepolo está en parte equivocado; porque no es lo mismo ser ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador. No todo es igual. Al fin y al cabo, en este deporte, vale más el que está fuera de la ley que el que labura noche y día como un buey. Eso sí, el que no llora no mama y el que no afana es un gil.

Movimiento Identidad Gimnasista (MIG)
HAGAMOS EL GRAN CLUB

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